lunes, 29 de octubre de 2007

Esponjas de Conocimiento


Somos esponjas de conocimiento en medio de un mar de información. Cada uno absorbe datos de ese mar, los retiene, los mezcla con la experiencia atesorada, los transforma y los transmite, a su vez, transformados. Sin embargo, puede haber en la esponja poros obturados. Queremos dar y recibir pero notamos que algo no funciona, que perdemos fluidez, que nuestras capacidades no se expresan, que nuestro esfuerzo no resulta eficaz o que se nos hace difícil remontar una situación aún teniendo capacidad para ello. Perdemos productividad y bienestar hasta que una ola en ese mar nos ayuda a limpiar nuestros poros restituyendo el flujo y el intercambio productivo. Esa ola, obviamente, es una metáfora. Y el mar, también. La ola es un símbolo de una ayuda que el propio sistema nos trae. Si la situación es abordada a tiempo, la ola que necesitamos no hará falta que sea grande. Las causas del malestar suelen generarse en épocas de bienestar en las que, quizá, un sentimiento de euforia nos impide visualizar el desarrollo futuro de lo que es real. Un proceso de Coaching a tiempo puede estar representado por una pequeña ola que desobtura los poros de nuestra esponja. Esos poros pueden ser creencias acerca de nosotros que van en nuestra contra. En cambio, lo contrario, no hacer caso de las señales mientras uno vivió una euforia como quien vive una borrachera, puede suponer que el sistema –el mar- genere una ola tan grande que ponga en peligro nuestra propia supervivencia.
Hemos llamado Coaching a esa ola que nos ayuda a tiempo, pero también podría llamarse de otra manera. Puede tener nombre de persona, alguien que nos puede ayudar pero con quien nunca antes nos habíamos atrevido a exponer nuestra situación. A menudo, las soluciones están más cerca de lo que pensamos. Para atraerlas tan sólo es necesario que seamos lo suficientemente humildes y claros a la hora de exponer nuestras necesidades. Si estamos acostumbrados a dar una imagen de control y de dominio, nos costará más darnos a entender, pero, al mismo tiempo, puede suponer para nuestro interlocutor una agradable sorpresa que hará que la ayuda que nos pueda dar sea recibida con mayor intensidad y provecho. Nosotros habremos percibido nuevos detalles, y nuestro interlocutor se habrá sentido útil.

jueves, 18 de octubre de 2007

Este chiste dice mucho de mi...


Este chiste del genial Gary Larson dice mucho de mi, más de lo que yo pueda decir.

lunes, 15 de octubre de 2007

El efecto Medici


"El efecto Medici" es el título de un libro de Frans Johansson que viene a ser el Mito Fundacional de este blog. Lo encontré en un momento muy especial, mientras me estaba planteando cómo aplicar los conocimientos acerca del funcionamiento de los órganos del cuerpo humano en las empresas para entender mejor la dinámica que en ellas acontece. En aquel momento pensaba que era una idea descabellada, pero justo me encuentré con este libro y me decidí a seguir adelante. Este libro habla de transversalidad entre conocimientos como base para el desarrollo de una percepción más amplia. Johansson introduce el concepto de "bajas barreras asociativas" como sinónimo de apertura y visión. Mientras redacto me acuerdo de una frase dicha por Moebius en La Contra de La Vanguardia: "Con los años pierdes vista y ganas visión". Eso es como decir que con los años van cayendo las barreras asociativas. También recuerdo una entrevista con Luc Steels -filósofo del lenguaje-, también en La Contra, que empieza así:

Es usted el primer científico que me
dice que ve algo bueno en la vejez.
–Con los años consigues una inteligencia
relacional: has aprendido
mucho y puedes empezar a relacionarlo
todo. Por eso las culturas tradicionales
daban el poder a sus mayores.
–La edad te hace sabio... dicen los viejos.
–Yo no soy tan viejo y lo digo. Cuando era
joven, mi inteligencia era de especialización:
podía ser el mejor pianista o el mejor matemático,
pero no tenía la capacidad de relacionar
esos dos campos con perspectiva.
–¿Y ahora sí que puede?
–Ahora gozo del inmenso placer del conocimiento:
el único que vale la pena cultivar
porque los demás cesan con la edad. Ese placer
consiste en saber relacionar todo aquello
que he aprendido con los años. Y es más intenso
cuanto más has vivido y aprendido.
–Deme un ejemplo.
–De joven me gustaba el teatro y después
me especialicé en inteligencia artificial. Hoy
he estrenado en el Festival de Aviñón... ¡y
con una crítica excelente!, una obra sobre el
caos y la complejidad. Ha sido un placer.
–¿Y de joven no podía sentirlo?
–De joven tu tendencia es a especializarte,
porque te falta capacidad relacional, por eso
los premios Nobel de ciencias exactas acostumbran
a ser muy jóvenes, pero las grandes
ideas del humanismo y las ciencias sociales
suelen alumbrarse ya en la madurez.

Valgan estas menciones para ayudar a que este blog sea lo más transversal posible.