viernes, 16 de enero de 2009

Empresas que Sanan (capítulo II)

Esta entrada contiene el capítulo II de Empresas que Sanan. Es posible acceder a una muestra más amplia a través del enlace que figura al final.

II
- La empresa como camino

Somos un organismo vivo

En la escuela nos dijeron que nuestro cuerpo es un organismo vivo. Sin embargo, la idea que hasta ahora teníamos de “organismo vivo” está pasando por una transformación. Los avances auspiciados por los enfoques sistémicos y por las ciencias de la complejidad –relatados en el punto 5 de la introducción- nos llevan a ampliar este concepto hasta abarcar la vida entera de una persona, y no sólo, como hasta ahora, circunscribiendo su ámbito al cuerpo físico. Nuestra vida personal es una empresa compuesta por departamentos cuyas funciones interactúan entre sí. El cuerpo es uno de los departamentos de ese todo que es nuestra vida, pero no el único. Las funciones de los demás están ejercidas por nuestras relaciones, trabajo, carrera, familia, biografía, expectativas, desarrollo futuro, excelencias, defectos, carencias, conocimientos y ubicación en la sociedad. Todo ello se mueve y evoluciona de la misma manera que nuestro cuerpo. Incluso las características de las personas con las que nos relacionamos pueden resultarnos estimulantes o deprimentes y, con ello, interferir positiva o negativamente sobre la empresa que nuestra vida es. Incluso una situación social de la cual esté emergiendo un valor que hasta hacía poco era poco relevante, puede, de igual modo, interferir en nuestro desarrollo, ya sea porque ayuda o porque impide. Así, pues, todo lo que compone nuestra vida forma una trama orgánica. Al igual que nuestro cuerpo, que funciona con criterios económicos y empresariales, nuestro cosmos de afectos y relaciones externas también lo hace, y lo hace orgánicamente. Visto así, por ejemplo, una relación de pareja, otro organismo vivo, funciona como una empresa. Alberga un departamento de formación en donde los componentes de esa empresa llamada pareja aprenden el uno del otro y, como consecuencia, adquieren nuevos conocimientos de sí mismos y enriquecen sus enlaces; tiene un departamento de marketing desde donde se generan vínculos y relaciones con el mundo exterior y, con ello, proyectan una imagen corporativa tanto hacia fuera como hacia dentro; un departamento de recursos humanos cuya función es auditar el funcionamiento y productividad de la relación; también tiene un departamento de administración cuya función es velar por los aspectos que forman el engranaje de la vida cotidiana; incluso tienen una junta directiva, ellos mismos, desde la cual toman decisiones al más alto nivel; etc. Si lo vemos así, una relación, al igual que las personas y las organizaciones, también puede enfermar, de la misma manera que todas y todos nacemos, nos desarrollamos y nos extinguimos o nos transformamos.

Inteligencia social y fenómenos sincrónicos

Una relación, al igual que una empresa, y como organismo vivo que es, es homeostática –se autorregula- trascendiendo muchas veces las voluntades y deseos concretos individuales, y es autopoiética – el cuidado de los vínculos que la articulan dan lugar a algo que es más que la suma de voluntades e intereses-. Incluso las relaciones que se establecen azarosamente, también parecen tener una causalidad oculta, como si las personas se atrajesen a través de la activación de un registro inconsciente que actúa más allá de la simpatía, el atractivo mutuo o de las motivaciones concretas reconocibles en primera instancia. Esto mismo lo podemos comprobar cuando un grupo de personas que no se conocían -por ejemplo, en una convención- coinciden en el almuerzo sentadas alrededor de una mesa y vemos cómo, sin ellas pretenderlo, acaban formando figuras geométricas en base a ciertas coincidencias. Una percepción superficial nos ayudaría a captar agrupaciones y figuras hechas entre los comensales en función de su género sexual o color de su ropa. Pero a poco que preguntemos acerca de intereses, expectativas, gustos coincidentes o fechas de nacimiento y otros elementos biográficos, vemos que los componentes de esa mesa se han autoorganizado sin ellos saber hasta qué punto. Podríamos decir que los miembros de esa mesa constituyen una empresa cuya finalidad inicial era almorzar, para luego pasar a ir descubriendo que son parte de un tejido que los ha ido ordenando en función de necesidades y coincidencias ocultas. Si eso pasa en una situación azarosa, como la de este ejemplo, qué no pasará en una empresa en donde las personas confluyen y se relacionan a través de motivos que van más allá de las funciones por las que han sido contratados.
Este fenómeno, denominado sincronicidad, es la clave de la salud. Sincronicidad es equivalente a apertura, orden, armonía y, por qué no, economía. Si las funciones que conforman la fisiología de nuestro cuerpo tuvieran un funcionamiento asincrónico, nuestra salud se vería perturbada en mayor o menor grado. El número de fenómenos sincrónicos es un indicador de que estamos alineados con nuestros objetivos profundos y que nuestros departamentos y órganos están funcionales. Una disfuncionalidad puede suponer una disminución del nivel de sincronicidad, que es como decir que hay impedimentos para fluir y prosperar, con el consiguiente encarecimiento del proceso.
Está claro que el principio de sincronicidad es observable en todos los ámbitos de la vida. Captarlo supone tener abierta nuestra antena mental a un mayor campo de posibilidades. La sincronicidad es la naturaleza misma que, al igual que nuestro cuerpo, busca la economía en todos sus actos. Tan sólo nuestras resistencias, atavismos y credos, impiden la percepción cotidiana de este milagro. Captar la sincronicidad equivale a generar oportunidades.

Nuestro cuerpo es una empresa

Así, pues, el cuerpo humano, nuestra vida –incluyendo en ella trabajo, familia, relaciones, salud e intereses- y la dinámica y estructura de una empresa presentan similitudes sorprendentes. Nuestro cuerpo y nuestra vida son, de hecho, una empresa que persigue la prosperidad y la excelencia. Una organización es un ser vivo, y un ser vivo es una empresa. Así que podemos decir que los departamentos de una empresa interactúan de forma análoga a cómo lo hacen nuestros órganos. De este modo, una organización, puesto que tiene soma y psique, también puede ser percibida y comprendida como si de una persona se tratara. Así, mediante esta equiparación, observamos que tanto en las empresas como en las personas subyacen estructuras de carácter que se intercomunican y se influyen entre ellas a través de un “WiFi neuronal”.

La base de este trabajo se inspira principalmente en la visión que la Medicina Tradicional China (MTC) tiene de la vida. La filosofía que inspira la MTC nos ofrece un panorama integrado según el cual nuestra peculiar forma de ser, sentir, pensar, trabajar y relacionarnos, junto con nuestra salud, forman parte de una unidad que mantiene a la totalidad de sus partes interconectadas y en resonancia mutua. Una vez percibida la estructura de estas conexiones -para lo cual nos resulta de inestimable ayuda la MTC-, podremos captar el funcionamiento de las organizaciones en las que participamos de una forma más profunda, fructífera y provechosa. Rica en metáforas que ponen en evidencia la interrelación entre los procesos que acontecen en nuestro cuerpo y aquellos que acontecen en la naturaleza, la MTC nos ayuda a entender que la conexión entre nosotros y las organizaciones constituye una realidad psíquica y emocional de gran impacto. Un cambio en positivo sobre la percepción que tengamos de nosotros mismos generará una resonancia favorable para la transformación de las plataformas sociales de las cuales formamos parte (familia, empresas, organizaciones, redes). En la medida en que los vínculos que mantenemos con ellas son equivalentes a las funciones que los meridianos de acupuntura hacen en la distribución de información entre órganos, los individuos tenemos el potencial de conducir nuestras actitudes con la finalidad de favorecer la fluidez de los procesos, tal como lo haría un acupuntor con las agujas.

Igualmente cabe mencionar el papel de los recientes hallazgos, surgidos de muy diversas ramas del conocimiento, que corroboran tales principios. Así, por ejemplo, aportaciones procedentes de ámbitos tan diversos como pensamiento sistémico, antropología, sociología, física, astrofísica, biología, economía, psicología o neurociencias, anuncian un nuevo paradigma que ya empieza a dejarse ver en el ámbito organizativo. La aplicación de estos conocimientos nos va a reportar una visión original y profunda acerca de cómo utilizamos nuestras capacidades, cómo nos relacionamos, cómo funcionan las organizaciones, cómo funcionamos nosotros en ellas, cómo ellas funcionan en nosotros, y cómo organizaciones y personas nos atraemos –o nos repelemos- mutuamente.

El propósito planteado en esta obra es dar a conocer el funcionamiento de las organizaciones en las que participamos desde una perspectiva orgánica y sistémica, tomando como principal referencia las funciones de los órganos en nuestro cuerpo y sus interacciones. Comprendiendo las funciones estratégicas de los órganos podremos llegar a implementar soluciones de calidad en las dinámicas de empresa de forma minimalista y poco invasiva.

La homeostasis organizativa: Empresas emocionalmente inteligentes

La MTC concibe cada órgano del cuerpo humano no sólo como administrador de determinadas funciones fisiológicas, sino también como transmisor y emisor de una manera de pensar, experimentar, sentir y comportarse. Si, como hemos señalado, los departamentos de una empresa ejercen funciones semejantes a las de los órganos en nuestro cuerpo, podemos concluir que unos y otros pueden estar generando una resonancia. De este modo constatamos que, al igual que nuestro cuerpo, una empresa es un Todo que se autorregula natural e inteligentemente. Captar la inteligencia del cuerpo –a través de las emociones que de él emanan- nos ayudará a desarrollar una mejor percepción del funcionamiento de las organizaciones y una mayor conciencia de nuestra participación en las dinámicas sociales en las que irremediablemente estamos envueltos.

La naturaleza y la fuerza del momento

Solemos decir que el Coaching, por poner un ejemplo de enfoque en consultoría sistémica, es el procedimiento que nos ayuda a mejorar una situación en la que estemos concernidos a través del refuerzo de comportamientos saludables y recursos internos que hagan fácil y posible dicha mejora. De modo que en un proceso de Coaching, nos encontramos con dos factores: la monitorización y aliento ofrecido por el consultor, y el interés por mejorar por parte del cliente. Sin embargo, y según el enfoque que propongo, quisiera introducir un factor extra: el tiempo. No me refiero al tiempo que puede pasar entre que se es consciente de la necesidad de un cambio y su plasmación palpable, sino, más bien, al de la fuerza del momento. Así, pues, ahora tenemos tres pilares que pueden enriquecer el proceso de Coaching: voluntad de mejora (coachee), acompañamiento (coach) y saber captar el designio de cada momento.

Un aforismo chino viene a decir que la unión de la fuerza de la voluntad y la búsqueda consciente de un momento propicio para plasmar los contenidos de la voluntad hacen milagros. Saber subordinar la necesidad y la voluntad de hacer a un momento propicio es cuestión de disciplina y observación de las cosas más allá de la urgencia personal que pueda haber para solucionar un problema o lograr una meta. Eso es tanto como decir que el éxito de una gestión viene determinada no sólo por la voluntad sino también por la fuerza del momento.

La MTC sostiene que una acción terapéutica puede no dar el resultado esperado si no se tiene en cuenta el momento de su aplicación. De alguna manera, viene a señalar que el momento elegido para resolver algo puede actuar a favor o en contra de esa resolución, independientemente de la buena voluntad y de la buena intención que tengamos si actuamos sin congraciarnos con la energía del momento.

Si trasladamos todas estas premisas al mundo empresarial, nos encontraremos con las mismas dinámicas. Un bloqueo en un departamento genera consecuencias en otros que valdría la pena tener en cuenta.
Un caos financiero, pongamos por caso, podría equipararse a una afección del bazo-páncreas (elemento Tierra – sistema digestivo) de la empresa. Si hiciéramos caso de la literalidad del síntoma, parecería que deberíamos actuar sobre el departamento que ordena las finanzas, los presupuestos y la contabilidad. Sin embargo, según la MTC, el bazo-páncreas es el sistema “hijo” del corazón, lo cual nos lleva a pensar que un problema relacionado con el bazo-páncreas es una consecuencia de una particularidad del funcionamiento del corazón organizativo que acaso puede ser patológica. El corazón, en una empresa, está representado por la dirección y, en términos generales, por el liderazgo.
Pero voy a dejar este asunto para la parte III y me voy a ceñir al tema inicialmente señalado, el relativo a la importancia de elegir el momento. Independientemente de la gravedad de un asunto, y de la urgencia con que se valore actuar sobre él, es posible que una elección poco ponderada acerca del momento para hacerlo puede generar efectos adversos; o que para aplicar una solución específica sobre un departamento acabemos perjudicando a otros. En cambio, si ante las mismas adversidades aplicamos la misma solución, pero en el momento adecuado, podemos producir un buen resultado sin perjudicar al sistema ¡y con menos esfuerzo!

En la vida de las personas sucede lo mismo. Por ejemplo: el elemento de la MTC que se relaciona con el marketing es el Metal. Este elemento está vinculado al otoño, a determinadas horas del día y a determinados años. Hay “horas Metal”, hay “años Metal” y hay “personalidad, actitudes y actividades Metal”, que es como decir que hay momentos más fructíferos que otros para asuntos relativos al marketing. En la esfera individual, el marketing puede estar representado por el conjunto de argumentos que utilizamos para defender una idea, redactar una carta de presentación que acompañe a un currículum o seducir a una persona que nos agrada. Sin embargo, por más claros que sean esos argumentos es posible comprobar cómo su resonancia externa o su traducción en forma de logro varía según el momento escogido para su exteriorización.

Otro ejemplo. El elemento Madera, asociado a la primavera, es el que rige el hígado y los órganos de la vista. En una empresa, su hígado metafórico tendría una representación en forma de management, formación e, incluso, en un proceso de Coaching. La primavera representa el nacimiento y eclosión de un ciclo que podemos constatar en la naturaleza, en las personas y en las empresas. En el nacimiento recibimos ayuda de nuestra madre y del personal médico. Si lo miramos desde la perspectiva que la metáfora nos proporciona, un proceso de Coaching es equivalente a la acción externa que procura un buen parto: un/a coach es un/a comadrón/a.

Ayudas organizativas inspiradas en la naturaleza

En cualquier modalidad de consultoría y acompañamiento empresarial y personal, la naturaleza puede ser una aliada muy poderosa, tanto como la acción del consultor (coach) y la fuerza de voluntad del cliente (coachee). Se le podría llamar Coaching Natural, una forma de estar en la vida en la que todo puede ser percibido como ayuda potencial en función de la receptividad que uno sea capaz de cultivar. Incluso una contrariedad puede ser convertida en ayuda. El Coaching Natural supone activar la capacidad que todos tenemos para hacernos amigos del ritmo natural de las cosas. Hay momentos que invitan a la introspección y a la cesión de actividad intervencionista en pro de una visión interiorizada del asunto que nos preocupe. Y es en estos momentos en donde es posible percibir ese asunto de otra manera sin tener que estar pensando en intervenir sobre él. Pretender seguir actuando en etapas de repliegue de la misma manera que lo haríamos en los momentos que invitan a la actividad externa puede ser contraproducente.

Por ejemplo, el invierno, etapa propicia para interiorizar, pulir comportamientos, atar cabos y observar desapasionadamente y por igual lo errado, lo conseguido y lo que quisiéramos conseguir. El invierno es momento adecuado para el análisis equilibrado y desapasionado. Pretender actuar o implementar soluciones en los meses de frío como lo haríamos en los meses más cálidos puede generar una distorsión que puede afectar negativamente a nuestro presente y a nuestro futuro en la medida en que viviríamos desacompasados y confusos.
El invierno está regido por el elemento Agua que, a su vez, está vinculado al riñón. Y éste está relacionado con la capacidad para establecer relaciones y vínculos sólidos, no obstante es un órgano doble. Para la MTC, el riñón es el formador de los huesos y, en la vida de personas y empresas, de las estructuras. El riñón es el facultador de las relaciones duraderas, las que con el paso del tiempo se convierten en un regalo más preciado de lo que eran en un principio.

Principios de la MTC aplicables en organizaciones y empresas

En la empresa puede haber conflicto entre departamentos de igual manera que en nuestro cuerpo: una indigestión (un caos administrativo) puede derivar en una dificultad para respirar (perturbando una campaña de marketing) o interferir en el ritmo cardíaco (debilitando el liderazgo organizativo). El caso es que con los avances con que la Física Cuántica y las Neurociencias nos sorprenden cada día, podemos llegar a empezar a entender que la empresa, al igual que Gaia, es un organismo que se autorregula y que, incluso, transfiere, absorbe y emite información en su interacción con las personas. Se podría decir que la empresa y las personas somos criaturas que nos desarrollamos en el bosque social. Todos estamos en medio de procesos en los que polinizamos y somos polinizados.
Si una empresa funciona como un cuerpo, entonces las personas que en ella trabajan son las células de la organización y pueden estar registrando las alteraciones del sistema de forma más o menos intensa en función de las resonancias entre las estructuras comunes de carácter. Siendo así, entonces las personas pueden ser tomadas como punto de un meridiano de acupuntura de la empresa –que también los tiene- o como recurso homeopático. Un pequeño cambio de actitud generado en la persona y activado en el momento adecuado puede provocar un efecto que regenere y desatasque a toda una organización. En cambio, el mismo acto acometido en un momento poco adecuado o sobre una persona que no corresponde, puede provocar que el atasco vaya a más. Así funciona la MTC, así funciona nuestro cuerpo y así funciona una organización.
La filosofía en la que se apoyan tanto la MTC como la Homeopatía consiste en percibir un problema o un síntoma como parte de un todo que se regula naturalmente. La empresa no es una excepción y en ella podemos implementar soluciones aisladas –antisistémicas- o soluciones respetuosas con la totalidad del engranaje –sistémicas-. A través de estas últimas, aplicando los principios de la MTC, podemos conseguir mejoras estructurales de una forma minimalista, siguiendo el camino que la propia naturaleza del problema nos va indicando. La filosofía que subyace aquí nos dice que la solución pasa por hacerse amigo de aquello que nos incordia o nos preocupa, entender el lenguaje con que un problema se nos presenta o, dicho con la terminología de la PNL, entrar en “rapport” con la situación para conseguir entender en qué, cuándo y cómo debemos actuar. Llegar a la excelencia en la capacidad para percibir situaciones difíciles es la clave. Sólo desde un cambio de percepción es posible desarrollar poder desde el centro de uno mismo. Combatir un problema como si se tratara de algo que hay que extirpar a toda costa podría provocar una inflamación del sistema y el consiguiente acrecentamiento o cronificación del asunto que queremos tratar. Se suele decir que matar una mosca con un martillo no sólo no es económico sino perjudicial, y no sólo para la mosca.
Todo lo anterior podría aplicarse a las excelencias, excepcionales capacidades empresariales que pueden entrar en resonancia con las capacidades excepcionales de determinados individuos. Si una empresa tiene contenido en su perfil un rasgo de excelencia pero no ha encontrado a la persona con cuyo perfil entre en resonancia, hará que esa excelencia potencial se mantenga en estado de latencia mientras no seleccione a quien deba encarnarla. Por la misma razón, un individuo cuyo talento no tenga un reflejo que pueda entrar en resonancia con el perfil de la organización, no se podrá desarrollar como podría hacerlo en una empresa en la que sus perfiles fueran resonantes. La única vía para averiguar en qué se asemejan, en qué difieren y cómo se relacionan y entran en resonancia los perfiles de candidatos y empresas, es un análisis a través del cual tanto candidatos como empresas puedan ser percibidos como entidades semejantes. Del mismo modo que se puede cartografiar la psique y el cuerpo de una persona, también es posible hacerlo con una empresa y así establecer la calidad y compatibilidad entre los perfiles respectivos.

La vida de una persona es una empresa

A modo de recapitulación, podemos decir, por tanto, que de todos los enfoques sistémicos, el que sustenta la MTC es el que más y mejor puede ayudar a entender las dinámicas de grupos, personas, empresas y organizaciones. Gracias a él nos resulta más fácil entender que la vida de una persona es una empresa, que los órganos del cuerpo funcionan de manera análoga a como lo hacen los departamentos de una organización, puesto que en ambos casos su afán gira en torno a la prosperidad, el bienestar y la protección y transmisión del legado.
Por otro lado, las personas somos células, tanto en la familia como en las organizaciones. La filosofía en la que se asienta la MTC da a entender que tanto el cuerpo humano como el cuerpo social (una empresa, por ejemplo) están regulados por un ritmo. Entiende que hay un ciclo diurno, otro anual, otro que se completa cada 12 años, otro que lo hace al cabo de 60, etcétera… y que desarrollar la comprensión de esta cadencia es la clave para reforzar la salud y apuntalar la prosperidad.
También nos resultará de interés tomar nota que la MTC considera la enfermedad y sus síntomas no como algo que hay que acallar o suprimir, sino como un amigo potencial al que usualmente nos resistimos a entender o a reconocer.

La filosofía sistémica que subyace en la MTC nos puede aportar grandes soluciones a través de intervenciones minimalistas, tal y como se sugiere en la tercera parte de este libro. En la segunda parte, la que se inicia a continuación, establecemos puentes metafóricos que enlazan las funciones que desarrollan los órganos en nuestro cuerpo con las que en una empresa desarrollan sus departamentos.

Es posible acceder a una muestra más amplia de Empresas que Sanan a través del siguiente enlace:
Empresas que Sanan-muestra libro

lunes, 5 de enero de 2009

Una entrevista interesante

La Contra

viernes, 2 de enero de 2009

El Arte de la Metáfora

Presentación de un nuevo blog dedicado a la metáfora

En paralelo a las definiciones canónicas, la metáfora es un recurso lingüístico que nos puede servir para capturar las estructuras de percepción que solemos utilizar para explicarnos las cosas (o para que otros nos las expliquen). Pueden ser utilizadas para la ampliación del pensamiento y de la comprensión. A menudo encontramos metáforas en analogías, paradojas, paralelismos o traslaticios. Así, pues, su uso deliberado abre una puerta a la comprensión instantánea, a la par que fortalece nuestro criterio y nuestra creatividad y soberanía intelectual. Ser conscientes de ello puede llevarnos a ampliar nuestra capacidad de percibir cómo interactuamos con las cosas y cómo ellas interactúan entre si. La metáfora permite interpretar un símbolo y percibir su existencia mezclada entre lo cotidiano. Al mismo tiempo, también permite tomar una realidad concreta y convertirla en símbolo de algo más.
La metáfora es tanto un anclaje (positivo, si se actualiza; o negativo, si se queda obsoleta), como un modo de establecer rapport con las realidades a las que alude. Así, pues, establecemos un buen rapport a través de metáforas orientadas a abrir posibilidades; o bien, generamos un rapport negativo, cuando la metáfora que utilizamos nos perjudica y nos ancla en creencias limitadoras.

Captar metáforas o, más aún, elaborarlas, nos hace más soberanos de nuestra capacidad pensante. Los grandes enemigos de esta posibilidad son la rutina, la comodidad y los automatismos. De esta forma, las metáforas que, por ejemplo, utilizan los medios de comunicación para difundir sus ideas, acaban ocupando en nuestra mente el espacio que debería estar ocupado en desarrollar nuestro pensamiento soberano. Una metáfora tanto puede ser un medio para hipnotizar (y ser hipnotizados) como para crear mantras que nos fortalezcan. En cualquier caso, una metáfora puede ser un buen calzador para un argumento.

Similitud entre construir metáforas y hacer fotos

Ser consciente o no de vivir en medio de metáforas –las que nos inculcan o las que podamos crear- es comparable a percibir tu propia calle con la actitud habitual o con la de un fotógrafo. Salir con la cámara con la intención de fotografiar las calles del propio barrio, permite percibir unos detalles que sin esta intención pasarían desapercibidos y obviados por la rutina.
Así, pues, detectar y descifrar metáforas ajenas y, más aún, elaborar las propias, es un buen ejercicio para convertir lo habitual en inhabitual, lo conocido en sorpresa.

Participa en el BLOG

Una vez entres en El Arte de la Metáfora, puedes participar como seguidor (clicando en “seguir este blog”, en la columna de la derecha), como suscriptor (clicando en “entradas”, en la columna de la derecha, más abajo), o como escritor, editor y copropietario del blog (si todavía no te ha llegado la invitación, escríbeme un mensaje a gabriel@pangea.org). Yo te animo a que escribas tus hallazgos y los compartas en El Arte de la Metáfora. Si la cosa funciona, incluso podríamos crear algún premio a la mejor intervención o plantear la publicación de todas las que son de cosecha propia a una editorial. Sea lo que sea, lo importante es sacar brillo al ingenio.

Si te apetece escribir y publicar metáforas, aforismos o paradojas en este blog –o aportar frases o aforismos de autores que estés leyendo, o generadas en conversaciones que hayas tenido-, puedes convertirte en coautor y así podrás tú mismo insertar y publicar tus entradas. Si optas a ser coautor, te enviaré una invitación a través de blogger para que tú mismo puedas entrar y gestionar los contenidos que aportes. Así todos seremos copropietarios.
Las normas son muy elementales:
-Lo ideal es insertar una metáfora por entrada.
-Deberán ser breves, por ejemplo, como las que ya están publicadas
-En el caso de querer publicar contenidos más extensos, se recomienda publicar una entrada breve que remita a un enlace que contenga la totalidad de tu escrito (como en uno de los ejemplos).
-Como en las entradas ya publicadas, el título será orientador del contenido. Dicho contenido será redactado en letra negrita, mientras que la firma estará en letra normal.
-Las metáforas de cosecha propia se firmarán con el nombre del autor, al que se añadirá “de cosecha propia” (como en uno de los ejemplos)

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