sábado, 28 de junio de 2008

Coaching con Mapa

A esta entrada la podría haber titulado “Coaching & Astrología”, puesto que en ella quiero expresar lo mejor de ambos conceptos. El caso es que, para quien no los conozca a fondo –o si sólo conoce uno de los dos-, no hay binomio más contradictorio que el Coaching y la Astrología.

La premisa del Coaching dice que es la voluntad de progreso del coachee lo que determina el desarrollo de sus potenciales. En cambio, la premisa de la Astrología gira entorno a un destino establecido por las luces del cielo fundacional de una persona, de una familia, de una empresa o de un país. Sin embargo, para mi, que cultivo ambas percepciones, me parece de gran utilidad que se complementen. Monitorizar las sesiones de coaching a través del mapa natal del coachee otorga una serie de ventajas para el coach puesto que enriquece su percepción y permite captar un horizonte más amplio. En ese mapa es posible ver por adelantado en qué momentos pueden producirse puntos de inflexión más fructíferos en el desarrollo del proceso de coaching y aprovecharlos para definir, impulsar y acentuar cambios. Por otro lado, para un consultor astrológico, la aplicación del protocolo propio de los procesos de Coaching puede servirle para profundizar y ampliar la eficiencia y provecho del servicio que presta a su coachee.

Al igual que el rol del coach, el del consultor astrológico puede ejercitarse bajo diferentes estilos, aunque todos ellos tienen un común denominador y es que el consultor suele actuar como mentor, más que como coach. En mi caso, me descubrí como coach a raíz de una equivocación. Hará de esto unos 15 años. Tenía ante mi a mi cliente. Al iniciar la entrevista, al comprobar sus datos de nacimiento, nos dimos cuenta de que estaban equivocados y que, por lo tanto, la consulta no podía proseguir en ese momento. Puesto que ya estábamos frente a frente, planteé a mi cliente proseguir la conversación y dejar para otro día la lectura de su mapa. Pues bien, esa conversación fue toda una revelación para ambos. Tanto fue así que mi forma de abordar la consulta quedó transformada hasta el punto de que desde entonces me las ingenio para que mi cliente -ya convertido en coachee- diga por si mismo lo que yo le hubiese dicho de haberme mantenido en el modelo convencional de consultor astrológico. Con dicho modelo el cliente atribuye una excelencia al consultor. En cambio, en un proceso de Coaching monitorizado con el mapa fundacional, es el coachee quien se da cuenta de su excelencia potencial lejos de quedar admirado por las predicciones o por el discurso del consultor.

El otro descubrimiento que se deriva de esta fusión es que la rueda de la vida que usualmente se utiliza en los procesos de Coaching, compartimentada en 6 o en 8 áreas de interés, y que sirve tanto para al coach como para el coachee para hacer una prospección sobre qué asuntos deben ser abordados con prioridad, yo la he ampliado a 12 áreas, con lo cual obtengo algunas ventajas. Por lo pronto incorporo asuntos que las otras ruedas pasan por alto. Además, en esta rueda de la vida de 12 áreas es posible percibir figuras geométricas con las respuestas del coachee de tal manera que se observan vinculaciones entre asuntos de la vida que de otra manera pasarían desapercibidas.

Y, para acabar, la otra ventaja es que las respuestas que el coachee da en la rueda de 12 áreas son coincidentes con su mapa fundacional, con lo cual podría hacerse con ello una interpretación sin recurrir a las posiciones planetarias.