lunes, 10 de diciembre de 2007

Crónica de un descubrimiento


Llevo en el mundo de la consultoría formalmente desde 1988. Mi formación es atípica, hecha de mezclas. Construida con perlas que fui encontrando tanto en estudios reglados –ortodoxos- como en los no reglados –heterodoxos. El caso es que me vi consultor incluso antes de saber lo que quería decir y, evidentemente, mucho antes de iniciar mi preparación intelectual. De niño, en la escuela, mis compañeros me confiaban sus congojas y sus secretos. Yo era entonces más contenido e introvertido de lo que lo soy ahora y, seguramente, la percepción que los demás tenían de mi invitaba a la confidencia. También sucede ahora pero de una forma más deliberada. Digamos que como confidente y como cómplice me he ido haciendo más activo y creativo aunque, también, más crítico. Todo ayuda: los conocimientos, la experiencia, ser consciente de las necesidades humanas reales –las que se esconden bajo los deseos superfluos-… y, también, percibir cómo la vida genera relaciones con personas con las que se comparte algo más que simpatía, intereses y gustos comunes más o menos conscientes.

Luego explicaré algo más de esto último, pero antes comentaré el descubrimiento.
Uno de los conocimientos (o la suma de todos ellos) dio a lugar a poder cartografiar las relaciones entre personas de una manera que no es única, entre otras cosas porque hay otras herramientas que ya lo hacen –la grafología, la morfopsicología, la tipología, el digitoanálisis, tests, la percepción de la sintonía en una entrevista, etc…- Estas herramientas ayudan a describir a las personas y pueden, si conviene, hacer estudios de compatibilidad de sus relaciones. Por tanto, la excelencia de la cartografía que utilizo no es exclusiva de ella. Hago estudios de compatibilidad en la relación entre personas como lo podría hacer con la grafología. La particularidad, sin embargo, no reside en la técnica sino en cómo la he ido utilizando. De las razones por las que mis primeros clientes solicitaban consulta, la más importante giraba en torno a las relaciones de convivencia. Ello me llevó a encontrar el método con el que podía prestar el asesoramiento más eficaz orientado a percibir los claroscuros de la relación con vistas a que los consultantes supieran a qué atenerse y cómo corregir y mejorar sus vínculos. No es un método predictivo ni determinista. Simplemente trata de ayudar a conseguir una percepción más realista y posibilista de lo que acontece en una relación.
Posteriormente utilicé este método, no sólo para estudiar mis relaciones particulares, sino para estudiar cómo es mi relación con cada cliente y qué es lo que se realzaba o atenuaba en cada uno de nosotros como consecuencia del vínculo. De este modo descubrí que se podía constatar y cartografiar el milagro de la sincronicidad y de lo que en física cuántica se denomina “ley de atracción”.

Todos habremos constatado cómo las relaciones con los demás pueden dar lugar a que características de nuestra estructura de personalidad queden realzadas o atenuadas. Con determinadas personas nos sentimos y nos mostramos más locuaces; en cambio, con otras, emitimos un registro más emocional, o nos encontramos más duros, más tiernos, o más serenos, o más inquietos. Siempre somos nosotros y lo que cada relación genera es un realce o una atenuación de cosas que siempre están, han estado y estarán. La cuestión es llegar a conseguir cartografiar esto. Lo comprobé en las consultas haciendo estudios de cómo era mi relación con cada cliente. Y no sólo esto sino que fui percibiendo que cada relación tiene un daimon o designio que va más allá de la voluntad consciente de los participantes. Se puede decir entonces que la relación decide lo que cada uno de los participantes desarrolla. Yo mismo puedo constatar cómo según con qué personas mi rendimiento es alto y poco esforzado, o, según con quién, mi productividad, para que sea igualmente alta, supone más esfuerzo. Así, pues, he ido comprobando cómo las personas nos escogemos inconscientemente para realizar cierto tipo de ajustes internos. Cada relación refleja elementos de nuestro mundo interno que se comparten y se potencian mediante vasos comunicantes que van de una persona a otra. Así, por ejemplo, si deseamos pulir determinadas facetas de carácter nos encontraremos con personas que tienen esa misma faceta destacada por exceso o por defecto.
Yo mismo puedo cartografiar y calibrar cómo es mi relación con cada consultante hasta el punto de reconocer y potenciar conscientemente esas facetas comunes para hacer más eficiente la consulta.

Sin embargo, el primer gran desafío sobrevino al plantear qué pasaría si lo cartografiable en una persona pudiese ser extrapolado a una empresa. Es decir, si un ser humano dispone de un cuerpo formado por órganos que ejercen diversas funciones, ¿no podría ser que las organizaciones funcionaran de forma análoga al cuerpo, y sus departamentos tuviesen funciones semejantes a las de los órganos?. El segundo gran desafío consistió, también, en si era posible describir una relación entre dos personas y calibrar su compatibilidad, ¿cómo no iba a ser posible hacer eso mismo en una relación entre una persona y una organización? Para que este planteamiento surgiera tuvo que producirse una detonación, y ésta sobrevino con el encuentro con la filosofía en la que se asienta la Medicina Tradicional China (MTC). Esta filosofía da a entender que una empresa funciona como un organismo vivo, de la misma manera que entiende que la vida de una persona y el mismo cuerpo humano son una empresa. Por tanto, se podría aplicar aquí lo dicho anteriormente sobre los vasos comunicantes interpersonales solo que llevado aquí a las relaciones entre individuos y organizaciones. Cada vaso comunicante es una faceta de carácter que puede entrar en resonancia con otra faceta perteneciente a otro individuo. A ello lo denomino atractor. Los atractores pueden poner en resonancia tanto excelencias como defectos. Cuando coincide que un atractor excelente –de una persona, de una organización- resuena con otro atractor semejante –de otra persona, de otra organización-, genera un marco de relación propicio para el desarrollo y la prosperidad de ambas. Por el contrario, cuando lo que entra en resonancia son atractores críticos lo que sucede es que el esfuerzo es mayor para llegar a un rendimiento mediano, a parte de generar distorsión en el funcionamiento tanto de la persona como de la organización.

Esta manera de captar la estructura de carácter de una empresa y relacionarla con la estructura interna de una persona permite obtener una percepción útil que puede utilizarse para observar, clarificar y mejorar situaciones problemáticas en la dinámica organizativa. Por ejemplo, puede utilizarse en selección de personal, en procesos de headhunting –como herramienta que ayuda a hacer más certera y completa la función del headhunter- y en determinados servicios de consultoría o auditorías enfocadas en factor humano, puesto que ayuda a que las piezas encajen de tal manera que tanto las personas como las empresas puedan obtener de su relación la más alta cota de bienestar y productividad. Para una empresa, poder escoger al candidato con el que se genere la relación con el más alto índice de compatibilidad -incluso antes de la contratación- puede evitar consecuencias indeseadas o imprevistas, entre otras cosas porque el sistema permite obtener una información anticipada acerca de lo que puede ocurrir con cada candidato antes de su contratación. Por la misma razón, también es útil para un aspirante talentoso poder sondear en qué empresa podría obtener una mayor cota de bienestar, incluso aunque inmediatamente no tenga previsto hacer cambios en su situación profesional.

Como comenté anteriormente, los individuos nos desarrollamos de forma diferente en función del medio, de las personas con las que interactuamos y, también, de la organización en la que trabajemos. Podemos ser muy eficientes y fluidos en una determinada empresa, o bien, estar bloqueados o improductivos ejerciendo la misma función en otra. La respuesta bien puede estar en que con unas empresas somos compatibles y rendimos sin esfuerzo, mientras que en otras, la cantidad y calidad de atractores es inferior. En cualquier caso, podemos anticipar estas situaciones a través de Hidden Profile, cartografiando las relaciones y estudiando sus niveles de compatibilidad y resonancia tanto en cantidad como en calidad. De este modo se obtiene una información privilegiada que permite observar por adelantado cómo se desarrollará una relación y cuál va a ser su cota de productividad, lo cual es de interés tanto para organizaciones como para personas.

Sectores a los cuales Hidden Profile va dirigido:
Empresas y empresarios, Consultores y Consultorías estratégicas, HeadHunting, Asesores, Formadores, en procesos de Coaching, Counseling & Mentoring, Management & Marketing, Selección de Personal, Periodismo, Información, Prospectiva, Aspirantes talentosos, Ejecutivos, Directivos, Líderes en organizaciones, Recursos Humanos, Clima Laboral, Asesoramiento Laboral Sistémico…. y en cualquier otra actividad en la que la percepción por adelantado del rendimiento de una relación sea importante para el aspirante, para el empresario y para la organización.